El 9 de marzo de 2020 es un día que esperé con entusiasmo y alegría. Ese día llegaba a Chile el primer grupo de ciclistas del operador turístico noruego Oliven Reiser. El tour había sido anunciado por la empresa escandinava en julio de 2019 y, finalmente, allí estaba yo, esperándolos en la sala de llegadas del aeropuerto de Santiago, tratando de identificar a los viajeros individuales en medio de la multitud, sosteniendo un cartel con el logotipo de la compañía.
“¡Hola!”, primero el contacto visual, la sonrisa y el apretón de manos (recuerden que estábamos a comienzos de marzo, antes de la pandemia y las medidas de distanciamiento social). A algunos los conocía de antes. ¿Fue en Cuba, Brasil, Argentina o Uruguay donde anduvimos juntos en bicicleta? Otros, la mayoría, son clientes de Oliven Reiser desde hace mucho tiempo; algunos de ellos han hecho hasta 10-12 viajes con esta compañía, varios de los cuales a destinos transatlánticos. Tenemos mucho de que hablar, mucho que ver, en las próximas dos semanas.
También agradecí a los participantes por no haberse dejado disuadir por posibles aprensiones sobre Chile debido al estallido social de octubre de 2019. Las imágenes televisivas que habían visto en su país y los artículos periodísticos que habían leído desde entonces, mostraban una grave conmoción en un país que iba bien económicamente, pero que luchaba contra la desigualdad estructural y la injusticia social. Por lo tanto, habría tenido sentido que cancelaran su reserva y no viajaran a Chile de vacaciones.
Cuando ya habíamos viajado por los valles del Maipo y Colchagua, y estábamos a punto de salir de Viña del Mar hacia Vicuña y el valle del Elqui, el tema del coronavirus se había instalado definitivamente en la agenda mundial. La preocupación del grupo se había hecho evidente cuando leímos sobre el brote en Italia y sobre los noruegos que habían contraído el virus durante sus vacaciones en los Alpes italianos. Incluso un joven pariente de una pareja de nuestro grupo había dado positivo para Covid-19 en Noruega. Durante nuestros desayunos, las conversaciones reflejaban cada vez más la preocupación por la situación, especialmente a la luz de la recomendación de las autoridades noruegas a sus ciudadanos en el extranjero de “considerar el regreso a casa”.
Mientras tanto, KLM Airlines canceló sus pasajes de regreso, sin ofrecer una ruta alternativa. La compañía simplemente abandonó a todos sus clientes y lo mismo ocurrió con su socio Air France. Como única solución, KLM ofreció una ruta de regreso a Noruega desde São Paulo, lo que significaba que Oliven Reiser tenía que organizar y pagar los billetes de Santiago de Chile a São Paulo. El viaje de vuelta debía realizarse dos días más tarde de lo previsto en el programa original.
El hecho de que las cosas fueran todavía bastante normales en Chile hizo posible llevar a cabo todo el programa, con la excepción de la cena de despedida, ya que el 20 de marzo, todos los restaurantes tuvieron que cerrar por orden de las autoridades. Nuestra última cena juntos se celebró en el hotel, donde incluso tuvimos que sentarnos a un metro de distancia, siguiendo las nuevas normas.
En la sala de llegadas el 9 de marzo, nos habíamos saludado con un firme apretón de manos. En la sala de salidas, el 22 de marzo, hubo un largo y cálido abrazo de despedida. Incluso bromeamos que después de dos semanas juntos éramos inmunes el uno al otro. ¡No podíamos prescindir de un abrazo de despedida!
Ir en bicicleta juntos, como grupo, definitivamente nos hace algo. Una dinámica especial surge entre las personas que andan en bicicleta juntos durante varios días, que se cuidan unos a otros, que comparten experiencias, buenas conversaciones, que experimentan una nueva cultura, nuevos lugares, buena comida e impresiones. Esta vez, también compartimos preocupaciones.
Todos los viajes que he hecho como guía de turismo para Oliven Reiser son únicos por definición, porque están compuestos por diferentes participantes, aunque el programa sea similar. Bien se dice que “cada persona es un mundo”. El viaje inaugural a Chile se volvió particularmente especial, por ser la primera vez que hacíamos cicloturismo mientras una crisis mundial comenzaba a desarrollarse. Pero aunque el coronavirus se convirtió en un telón de fondo inevitable, el grupo se convirtió en un buen ejemplo de estoicismo: “Estamos en Chile en un tour de ciclismo, obedecemos las recomendaciones de nuestros gobiernos y Oliven Reiser está organizando el retorno de sus viajeros. No podemos hacer nada más, así que sigamos pedaleando”. Y hubo abundante ciclismo inmersivo en los tres valles vinícolas de Chile: Maipo, Colchagua y Elqui. Y, no hace falta decir, muchas degustaciones de vinos chilenos por las tardes.
Al llegar a Noruega, el grupo tuvo que pasar por una cuarentena en sus respectivos hogares.
Se dice que las crisis cambian la historia. El mundo puede no ser el mismo cuando esto termine.
¡Gracias a todos, de nuevo, por un viaje inolvidable!
Héctor Pizarro
[email protected]